(A la memoria del señor K.)
Haces del golpe tu altar
porque no te enseñaron
o porque no quisiste
saber el abecedario.
Crees tú que para mandar
te favorece el viento
cuando te olvidas también
que las cosas yo siento.
Jamás te oí enseñar
con palabras ladrillo.
De tus labios recibí
sólo frases cuchillo.
No me culpes de pensar
lo que ahora te digo.
Que tampoco me duele
ser uno de tus hijos.