¿Por qué llueve, por qué ladra el perrito,
por que el cielo es azul,
por qué hay amapolas, por qué nadan las olas,
por qué, dímelo tú?
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Tú, que arribado has a mi vida sin preguntas
ahora te pasas la vida preguntando,
entre tanto sobre la marcha yo inventando
respuestas voy que nunca sé de tus consultas.
La lluvia cae y difumina el calendario
mas hay veces que con la niebla vienen juntas;
para colmo se me olvidó el abecedario
y tu te atreves sin piedad a poner multas.
Inocente, tú eres cruel, dulce retoño,
ignoras que siempre el penar torna en locura,
que cuando llega desbarata la alegría.
Pues yo he llegado entre tinieblas al otoño,
y tu no sabes que el dudar no tiene cura,
¡quisiera que me comprendieras, niña mía!
Y cuando merezcas, recuerdes que yo hacía
un esfuerzo por responder tu corolario
¡feliz soy hoy pues recordé tu aniversario!