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Con inspirado acento,
Con nitidez de fantasía,
Con tinta y letra de poesía,
Surgió a la luz un cuento.
Fue en el despertar de un día,
Desde el tic tac de cada hora,
Cuando la naturaleza en sana armonía,
De bellos matices viste a la aurora.
A lo largo del rio cristalino,
Dejaron de brillar los mosaicos de estrellas,
Para dar paso al desfile divino,
Que formaban floridas las ninfas más bellas.
Y desde la verde colina,
Con el resplandor que marca el sol,
Bajo un hada madrina,
Recostada en los pétalos de un girasol.
Y dijo el hada,
Como reina de este viaje,
Vengo sabiamente preparada,
Con lo mejor de mi equipaje.
Porque soy el alma que genera,
La bella estación,
Yo soy la misma primavera,
Y también tu inspiración.
En tu grata aventura,
Siempre pura y transparente,
Yo seré tu vestidura,
A lo largo de tu presente.
Tengo tu fuerza y brillo de tus ojos,
Y en tu ilusión soy un ruiseñor,
Y en los frescos pétalos azules y rojos,
Tengo la magia y el poder del amor.
Veras esas primorosas madrugadas,
Que destilan sus liras en rimas ilusas,
Cuando suelen despertar todas las musas,
Con todo su encanto y su instinto de hadas.
Contigo andaré por las aguas cristalinas,
Por la fresca llanura o la brecha mas ruda,
Atravesando el desierto de tunas y espinas,
Soñando despierta y con el alma desnuda.
Y si la realidad,
Convertida en ironía,
Te castiga con soledad,
Ahí seré tu compañía.
Y si el verano se vuelve desierto,
Y buscándome en vano tú ves que me pierdo,
Ya cansado del día, no creas que he muerto,
Porque en el pincel de tu alma, seré tú mas bello recuerdo.
Porque así como vine en tu mañana bendita,
Llena de magia, ensueño y virtud,
En tu corazón seré la rosa que nunca marchita,
Porque para siempre yo soy tu juventud.