Donaciano Bueno

Te llamaré Jimena

Si tú supieras, mi amor, si tú supieras

que mi corazón a tu soñar resiste

volverías a abrazarme y no estar triste

cuantas veces que tú a mi me lo pidieras.

 

¿Por qué insistes en penar sintiendo pena?

Diles que aquella mazmorra sucia y fría

además de hacer injusta la condena

de tu rostro ha eliminado la alegría.

 

Yo desconozco tu tez ¿blanca o morena?

pues te diviso al trasluz de celosía

y es tu ambrosía, lunar de luna llena.

Ni sé tu nombre, te llamaré Jimena,

 

ni tu origen, supongamos de Almería,

ni tu persona, digamos que serena.

No eras para mi mas que una niña buena

que a mis pupilas arribaste un buen día.

 

Cuando regrese hoy de nuevo al camposanto

escarbaré allí tu tumba entre la arena,

colocaré algunas flores junto al llanto

para poder mitigar nuestra condena.

 

Resumiré algunos versos en un canto

en previsión de si un día resucitas,

te recordare que vengas a la ermita

donde yo espero impaciente. Y entretanto

 

reposando tú estarás junto a la fuente

mirando como el agua cae, tirita,

dulce, silente, tranquila, incontinente,

que en las noches pareciera que dormita

 

hasta que llega la lluvia y lo desmiente.

Fantasía, febril canto de sirena,

para mi imaginación, fuiste alma en pena,

misteriosa, una ilusión inconsistente.