evidencio
en tu mirada tan clara
como si alegre miraras
mis adentros.
Cuando llego
ladra el perro del vecino
hasta parece adivino
¡de los buenos!
¡Vamos Vida!
dame retos que enfrentar,
y me verás batallar
sin medida.
Azul cielo
que inmensamente te extiendes,
todos al verte comprenden,
que estás lejos.
Con la plata
puedes comprar lo que sea,
la gente que te rodea
es barata.
Un camino
sin curvas ni encrucijadas
nos deja cada pisada
sin sentido.
Carpintero,
dolor nunca imaginado,
ver tu hijo sacrificado
en madero.
Fresca lluvia
alimentas mi nostalgia
y logras que años de infancia
por ti fluyan.
Mientras juega
el niño acumula en mente
un futuro que en presente
se subleva.
Mira madre
el fruto que yo cosecho
por el cual hoy satisfecho
hago alarde.
Lluvia ven
dame franjas coloridas
para pintarme la vida,
yo también.
Ronca, ronca
el león en la espesura,
demostrando su bravura
los afoca.
Comprendiendo
la vida y sus ironías
soporté su hipocresía
riendo, riendo.
En la mesa
donde las cartas reposan
ganas de ganar retozan
en cabezas.
Transitorio
es el paso por la vida
donde a veces hasta olvidan
lo notorio.
Son ya tantas
las penurias y la penas
que nuestra propia existencia
se agiganta.
Padre santo
nos diste libre albedrío
aceptando el desafío
de insensatos.
Ya nada era
frente a esa enfermedad
su bello rostro era ya,
calavera.
El saberlo
tiene varias desventajas,
como la propia navaja
a tu cuello.
Bajan piedras
de la encumbrada montaña
pétreas lágrimas bañan
las laderas.
Muchas flores
después de lucir bonitas
lucen sus caras marchitas
sin rencores.
Chao, adiós
me voy por otros senderos
ya encontré mi derrotero
y me voy.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela