Irene..

Vergonzosa.

La amapola es la flor más vergonzosa
porque se sonroja entre el trigo, pecosa de color.

 

Su pétalo único, tiene el mismo tacto, que el ala de una mariposa.

 

En realidad, las mariposas son amapolas desprendidas de su tallo.

 

Por eso solo viven un día, y de ahí la expresión dedicada, de ser flor de un día
o lo que perfumado en su sinónimo, se diría ser amor de una poesía.

 

Su vuelo se va marchitando, primero en rosa de amanecer
luego en mediodía de timidez, hasta llegar al blanco atardecer.

 

Conforme pierde al raso de las horas, la sangre que le umbilicaba a la tierra.

 

Ella sabe, que nunca la cogerán en ramos, como al regalado de una novia.
Porque su delicadeza es demasiado pequeñita.

 

Pero a cambio calidez, tiñe de corazón la piel sembrada del pan estival.

 

Cuando quiero amarla, corro a buscarla rubia
para herirme frotándole palmas de campo y vida.

 

La eterna navegante del oleaje del trigo, cuando la marea del viento
peina su dorada madurez, poniéndola al descubierto de salpicada humildad.

 

Modesta y diminuta como ella sola, condenada a permanecer siempre aislada
en el verso que le rima soledad.

 

Pero ella es rebelde, y persevera vulnerable.

 

Como ha de serlo la belleza verdadera
la que no proclama, la que se esconde, la que ama.

 

Luchando orgullo de tiempo quebrantable.

 

Así como esta mía restregada..
..a poesía desconocida y caliente.

 

Que ha quedado impregnada..

..al llamarla por su beso propio..

 

..de lágrima valiente.