Ensombreció la tarde como de costumbre él quiso perder el tiempo en aquel bar
Estornudando el polvo y llenando las nubes, burlándose de los miedos por necedad
Fue reuniendo las cenizas del mes de octubre, y aquellas hojas mustias le hicieron llorar
No milita un aliento que no se esfume, ni una sonrisa inquieta que le de la libertad
Bebiéndose el silencio que nadie deduce, tocando con sus dedos un infierno de ansiedad
Atrapando impaciente la misma costumbre, que aunque se marcha bien sabe regresar
Fue tanta la perdida que en silencio reproduce, tan duro el desenlace que cuesta comenzar
Aquella que se fue danzando en apariencia, no quiso dejar ausencia plantó ira en su lugar
Aquella regó semillas sin plantar la esencia, amordazó bien el veneno hasta estrangular
Crimen fue ese reguero de inocencia, que fingió mientras se arrimaba a toda iniquidad
Ni siquiera fue culpable de lo que todos sospechan, ambos victimas de no saber aterrizar
Cocerse a su piel fue una torpeza, menudo disparate sentarse en medio de un huracán
Ella siempre fue lucha, paciencia y espera, difícil de alcanzar imposible de enterrar
Ella fue la musa de múltiples poetas, la luna en muchas manos, fiel concubina del mar
Receló de las púas coloreadas en su altar, difícil ser guerrero y no gozar con quien pelear
Ella buscaba un secreto que le diera seguridad, era dudoso creerlo no se trataba de paz
Pedía apartar los soplos de un llanto infernal, curioso que ese viento regresara en su mirar
Batallaba en la secuela de lo que pudo cambiar, su amor un grave delito para asimilar
Mientras atravesaba el sendero aún sin alinear, creía que con un beso lograría escapar
Esos labios de aceros violaron el ideal, ella no fue su salida, fue un desquite y sin piedad
No era una historia bonita de las que mueres por contar, pero sin duda la amarías si volviese a despertar