Y en esta noche de octubre
donde todo me era lúgubre,
viniste a mí pensar
y de felicidad y calma
me empezaba a llenar.
Quise sobreponer tu rostro
ante la inmensa oscuridad
pero algo, algo andaba mal
y era que no te podía recordar,
tan solo sentía
el abrazo que me diste aquel día,
el abrazo que me diste aquella noche.
Y buscaba entre la nada,
a ti, que ha mi vida le bastabas,
ese tu mirar infinito
con el que yo podía estar tranquilo.
Soledad en compañía,
horas sin días,
puertas sin salidas
y un ser complejo con cosas sencillas.