Somos reflejos de la realidad,
una imagen distorsionada en el espejo.
Tú, del lado plano, abstracto y silencioso,
yo, de carne y hueso, vulnerable y hablador.
Somos como dos caras de una misma moneda,
tan iguales en esencia, pero tan diferentes en forma.
¿Quién de los dos es el verdadero ser?
¿El reflejo en el espejo o el que está mirando?
Quizás ambos somos solo una ilusión,
una representación imperfecta de la verdad.
En el espejo vemos nuestra dualidad,
la dicotomía entre lo real y lo irreal,
entre lo tangible y lo abstracto.
Somos tan iguales,
y tan diferentes,
pero en la imagen reflejada,
encontramos nuestra verdadera identidad.