Que triste es la vida de aquel o de aquella
que por envidia o por lo que sea
critican, hablan o chismorrean
con la intención de mal poner
el honor de una mujer.
Al caballero que se dé a esta pobre tarea,
le recordaré que su vida no fue hecha
con el cuento de la cigüeña.
Por eso le haré solo una sugerencia
no vuelva a llamar puta
a quien un día
llamó princesa,
pues solo deja descubierta
su intención de ser
un proxeneta.
Y a las delicadas e inocentes damas
de reputación intachable
que se creen perfectas,
permítanme recordarles
que de quien ustedes hablan
es simplemente porque le cabe
lo que ustedes queridas amigas
desean saber y sentir
como es que entra y que sale.