La perrita Luna es todo amor,
curiosa, voluntaria, vivaz y valiente
y de raza Teckel de las más pequeñas
pero en la caza es capaz de competir
con un Galgo o un Mastín.
Luna de Requena, de color canela,
¡le hierve la sangre en las venas!
siendo el terror de Pixi y Lassi,
los felinos de la abuela.
Duerme pegada al radiador
abrigada hasta el hocico
cual tradicional masa de pan
que en todo tiempo hay que tapar.
De su amo fiel compañera,
viajera de invierno a primavera
y corre sin parar por la estación
haciendo galopar su corazón.
Luna en comer se afana
cuando olfatea las manzanas
pero prefiere las uvas encarnadas,
suculento manjar de las mañanas.
De mi hija es la alegría
con su dulzura y simpatía
y la sigue a todas partes
con sus ojos penetrantes.
Y de mi nieta mil historias vividas,
Luna es una parte a la que está unida
por tantas horas que han compartido
bajo la voz de su dulce ladrido.
Luna viene poco por Buñol
pero cuando lo hace se divierte,
tumbada en el jardín cara al sol
observando el nuevo ambiente.
Ahora nuestra Luna está malita
porque ya se hizo viejecita
y reposa en su cuna tapadita
con pastillas y dieta muy estricta .
Y si Luna un día se va al cielo
¡brillará como los luceros!
y la reina de la noche con sus misterios
la vestirá de plata y terciopelo.
Fina