LA VOZ DEL ALMA
Una voz suave y bella susurró en mis oídos
como el rumor sereno de las olas del mar,
que cual hermosa canción cautivó mis sentidos
y no sabía de donde llegaba ese cantar.
La busqué incansablemente por todos los caminos
por los campos desiertos y por la gran ciudad,
pero fueron en vano mis intentos fallidos
y por mas que buscaba no la podía encontrar.
Caminé sin descanso a la vera de un río
y en el correr de sus aguas me pareció escuchar,
y sentir la caricia de esa voz cristalina
que a mi ser arrullaba con su dulce entonar.
La busqué sin respuesta entre todos los pétalos
de mi jardín florido y no la pude hallar,
traté de encontrarla en las estrellas y los luceros
en el sol, en la luna y en el inmenso mar.
Interrogué a las aves que volaban por el cielo
si esa voz tan clara era de su trinar,
creí que eran las hojas que rodaban por el suelo
las que entonaban ese ritmo singular.
Presa ya de la angustia le pregunté al viento
si acaso su murmullo emitía ese resonar,
que llegaba a mis oídos convertido en eco
y que daba a mi espíritu paz y tranquilidad.
Cuando mi cuerpo estaba agobiado por la fatiga
y había decidido la búsqueda abandonar,
surgió de mi interior esa dulce voz amiga
y me dijo ¡no temas!, puedes vivir tranquila,
deja atrás tus miedos que nada sucederá
porque estoy a tu lado para hacerte compañía
soy yo, estoy aquí, soy tu alma dormida
que ha decidido al fin, volver a despertar.
Winda
(Señora Melancolía)