Yo no sé si es prudente ¡confesar que me he muerto!
Qué recorrí el cerrojo de una puerta sin nombre,
atientas y loco quizás en esa tarde triste;
(pero no con la tristeza que desboca el alma)
Si no con una, de encontrarme aún solo
sin embargo rodeado de amigos de aquél tiempo.
Camaradas entonces de los años 70’s
de aquellos en que aún, la inocencia dolía,
ingenuidad entonces de palabras ya idas
de aquellas tan cortantes
que en veces la alegría,
se revolcaba siniestra sin saber lo que hacía…
Celebrábamos juntos ¡recuerdo! -qué recuerdo-
El final de un año de estudiantes contentos
eufóricos tal vez por concluir ese año,
así sin tanto preámbulo
nos dimos cita todos en un restaurant…
fue aquella tarde
en que nublado estaba,
por lo menos así llega el remembrar de entonces
a mí. O por lo menos yo
sin tanto devaneo acudí a la cita,
llegué lo más temprano
feliz y complaciente.
Pero sólo encontré a dos conocidos, que de mi grupo eran,
me incorporé con ellos
a convivir un rato; pedí una cerveza, para tomar lo mismo.
Encendí un cigarrillo y charlamos de todo
(¿qué edad tendría yo?)
Veinte y algo supongo la edad en que la vida no es más que una estocada.
Cuánta altisonancia de palabras brotaron
para que nuestro ambiente se fuera desbordando,
(pero nadie llegaba éramos sólo nosotros)
Aburridos de mirarnos las caras, de platicar lo mismo,
pidió uno de ellos la cuenta, y sin tapujos
dijo con voz altiva… qué les perece amigos los invito a mi casa;
la idea era más clara que el agua y la retina,
queríamos seguirla sin defraudar el día.
Pero ya estaba escrito, lo que voy a narrarles:
Salimos del lugar (restaurant “LA TABLITA”)
Todo iba muy bien
uno de ellos tocaba si guitarra en el asiento de atrás
el otro camarada platicaba conmigo
mientras yo, conducía;
cruzábamos entonces sin precaución alguna
aquella avenida ancha, que no quiero nombrar;
recuerdo recordando que de reojo vi
o alcancé a divisarlo,
aquél coche negro que muy lejos miré,
ya estaba por virar el volante
cuando escucho un grito (del que estaba a mi lado)
¡cuidado, nos da…!
Por desgracia mi transporte era un coche chico
a comparar claro del que nos envistió;
fue tan fuerte el impacto que mi cuate
al levantarse del asiento,
(que por cierto me tapó la cara con su cuerpo)
Se colgó de mi cuello y, al abrirse la portezuela del lado derecho
él, salió disparado pero no sólo
el cabrón me llevó de corbata. Pero he de decirles
que la mano de Dios estuvo conmigo en todo momento,
la puerta se clavó en mi cabeza /fue el impulso del resorteras o/
fue tan rápido todo…
No pude evitar mirar mi cuerpo a una distancia de 5 ó 6 metros
¡ah!... como se arremolinaba la gente
(no hay otra explicación, me desprendí. Así lo decía Platón
al hablar de aquél hilo de plata)
claro que fueron segundos, quizás 10
todavía lo recuerdo como si fuera ayer;
arriba de mí se abría el cielo, simulaban mil colores.
Todo concluyó, (cuando regresé) mi cuerpo se levantó de súbito.
MI amigo ahora sí puedo decirlo -de accidente-
Me jaloneaba, -contesta me decía, se veía asustado-
Cuando abrí los ojos le pregunté ¿estoy vivo?
Él sólo asintió con la cabeza,
pero al incorporarme sentí caliente todo el costado derecho.
Pero cómo no… la sangre brotaba a borbotones de mi cabeza.
La verdad si han pasado los años ya casi 30 años
desde aquél accidente. También tuvo lo chusco;
según el perito decía que con el golpe
el monobloc se partió en dos y, la ,puerta de atras se enganchó
en otras palabras podemos pensar que se soldó del impacto.
Por lo mismo el lado izquierdo del automóvil estaba inservible…,
pues bien para no hacerles el cuento largo
mi otro compañero que venía en el asiento de atrás
que afortunadamente no le pasó nada (sólo el susto)
(a mi otro compañero sí se desgarró los músculos de las piernas)
Pues bien les decía para no alargarme tanto
Él veía que salía mucho humo del motor, lógico se espantó,
Dijo: -esta madre va a explotar-
Tal fue su desesperación que en lugar de bajarse tranquilo
por el lado derecho sin problemas,
al no poder abrir el lado contrario, de una patada rompió la pieza
que atoraba la puerta a la salpicadera. Sí logró salir,
eso fue definitivo. Él nunca se percató que tanto humo
lo ocasionaba el agua que escurrió del radiador fracturado.
Después de la espera que fue un tanto larga, y que además
la cruz roja que se llamó nunca llegó,
fui trasladado por la Mamá de mi compañero que venía conmigo adelante.
Así llegamos al susodicho, para que lo revisaran a él y a mí…
He de decirles que yo me llevé la regañada de la enfermera
que tenía que rasurar el lugar para que me cocieran,
fue entonces qué…
-qué espera súbase a la cama no tengo toda la tarde-
-seguramente usted venía drogado o borracho-
Y -no se mueva-
Después de que a uno lo ven todo jodido
todavía le echan más leña al fuego,
por eso México no prospera, hay algunos que erraron su profesión;
en fin aquella avenida que no quiero acordarme
sigue siendo un peligro para la juventud.