Vengo a contarles el dolor que he vivido,
y no espero que ninguno de los lectores lo sienta.
Incluso sería mejor caer al suelo y sacudirse la tierra,
que sentir esta pequeña amargura que me condena.
Ahora bien, la duda es muy grande:
¿Por qué escribiría por un dolor tan diminuto?.
Es facíl, ese pequeño dolor se encuentra
en un párpado, en un labio, en un oído,
y por desgracia sólo tengo un corazón...
Por eso es que vengo a escribir sobre este pequeño dolor,
y se den cuenta que incluso el dolor más absurdo,
nos puede acompañar toda la vida.