Invitación
Venid a leer mis versos a mi casa,
hoy yo saldré a recibiros a la calle,
mi atención yo os aseguro y un detalle,
veréis, poetas, como mi vida pasa.
Probaremos elixires de convento,
brindando nos llegará la madrugada,
nuestra alma morirá en amor ahogada
de emociones embriagados muy contentos.
Mientras resista en el mundo una palabra
protagonistas, su portavoz seremos,
nuestros versos en su nombre contaremos.
¡Que las puertas que se cierran se desabran,
a los dioses del Olimpo propondremos
y si no, de la cicuta beberemos!.
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A José Luis Borges
Ciego soy, pero lo que vos decis no es cierto,
pues aunque ahora no perciba lo que hay fuera
aprovecharos no debeis de mi ceguera
que una cosa es ser invidente y otra muerto.
Más, ya sé, ya sé que yo en esto nunca acierto
pues que salir a predicar lo hace cualquiera,
sepa que distinguiendo sigo si es mi acera,
que el visor de mi inteligencia sigue abierto.
Que por más que intenteis los piés sacar del tiesto
y/o insistirme que es invierno en primavera
nunca os podréis introducir en mi sesera.
Pues más cegado es el que la mente tiene huera,
incapaz de mirar adentro. Y si insistiera
¡good bye! ¡adíos, ya me voy, ya no molesto!.