El sol clava sus espinas
de brío en el horizonte,
el crepúsculo lanza
su alerta naranja
y el corazón comienza a pulsar
en sentido contrario
a las agujas del reloj
y se contrae y se expande
en arritmias incesantes
Trémulo, infatigable
se resiste a la mutación
que lo vuelve lodo
entre las manos,
carne entre los dientes
del sigilo,
materia de enigmas
con nombre
Sombras ancladas
al entorno
le guiñen
con el ojo zurdo,
le hacen endeble,
incapaz para contenerse
en su propio umbral,
y a pedazos exprimen
la levedad de su memoria.
Y yo, con algunos versos
que el mármol del día vierte
sobre mi lado desnudo
intento ocultar -sin éxito-
al corazón de la noche,
de su agua secreta
que tiembla en los ojos
y me moja al alma…