Me duelen las paredes que me hablan silenciosas,
son voces de consuelo que van en pos de mi,
de mi tristeza herida, que surca los caminos
que llevan a tu ser, recuerdo indefinido.
Ya te busqué , desesperado, por los rincones
de las calles oscuras bañadas de miedo eterno.
Ya me embarqué en las naves del desierto
mar sin tu presencia, naufrago me vi.
Ya ni me miro en el espejo, he dimitido
de mi cargo de amante eterno y solitario.
La casa esta vacía, me voy a las afueras
de tu sonrisa desalmada y perdida,
mi maleta pesa poco, solo lleva lágrimas.
Antonio Manuel Pereles