Voy a llevar una rosa
a mi mamita querida,
porque le debo la vida
y por muchas otras cosas.
Ella es el ángel guardián
que me atiende y me cuida,
me prepara la comida,
lava mi ropa y la plancha,
me acuesta, me levanta
y educa con afán...
Voy a regalarle una rosa,
una sola, y me da pena;
me gustaría llevarle,
aunque sea una docena,
¡es tanto lo que le debo!
... Pero aún con mi pobre amor:
¡con toda el alma la quiero!