Plumas que bailan
trémulas entre
brazos de odio que sodomisan
céfiros y trinos.
Alaridos de infantes
cubiertos con dióxido de
carbono.
Corazones raudos y ojos
desorbitados. Pasos obscenos
que se avecinan, ebrios de
ignorancia y sangre.
Pizarrón roto,
resiliente,
rebosante de
impotencia y cólera.
Plumas con pecas
ruborizadas abrazan
un terreno tatuado con pasos,
lágrimas, gises fracturados,
recuerdos y rostros que no volverán.
Octavio Aldebarán Márquez.