Raúl Daniel

Puertas...

 

Si estás pasando dificultades no te desilusiones de Dios,

lucha y no pares, no se llega al final

sin hacer todo el camino y al final siempre estará Dios,

Él es nuestro destino...

 

No preguntes “¿por qué?”,

a esa pregunta no hay respuesta,

pero si aguantas sabrás “para qué” fue la prueba

y, cuando entiendas y a la siguiente

querrás aprobar por saber “para qué” fue la propuesta.

 

Dios, a veces, contesta...

pero la mayoría de las oraciones

no tienen respuesta...

¿sabes qué?: La respuesta es ésa.

 

Todos queremos ser felices y también

Él nos prometió Vida Abundante (que es lo mismo),

¿será que mintió Jesucristo?...

Y si no, para hallarla, ¿cuál es el camino?...

 

Cuando la adversidad acosa, nos abandonan,

desprecian o lo que es peor: ignoran...

 

Cuando las enfermedades, accidentes

o a alguien a quien amamos lleva la muerte...

 

Cuando todo se derrumba por la guerra,

plaga, incendio, terremoto, inundación...

(que abundan en la tierra),

y no vemos la gloria de Dios manifestarse,

sino qué, al levantar los ojos: sólo el aire...

el sol... o estrellas...

 

Cuando la duda nos golpea y nuestras lágrimas se secan,

tentados de tentar al Creador con alguna irreverencia...

 

Entendamos: ¡Que son puertas!,

pasajes que nos habilitan para nuevas experiencias,

¡umbrales que deberemos traspasar

hasta la meta!, ¿cuántos serán?...

 

Perdona si no tengo la respuesta...

sólo sé que en mi andar perdí la cuenta...

 

Ahora te diré que soy feliz,

que a pesar de haber perdido casi todo

y por eso justamente, al quedarme sólo Dios

y contentarme día a día, supe que la senda que conduce

a la felicidad ¡tan buscada! es aquella poco transitada...

¡de la sabiduría!

 

La paciencia ejercitada en las luchas y batallas,

con derrotas o victorias (poco importa).

 

La confianza en un Padre que provee

en abundancia o limita nuestros bienes

(y con esto, nos enseña y reconviene).

 

La esperanza en un Hijo que ya hizo lo preciso

y que viene... ¡Pronto viene!

 

Comulgando con el cuerpo en que La Vida

fluye y tiene la promesa más hermosa:

¡Ser la novia que se case!... ¡Ser la esposa que herede!

 

Sin decirle a Dios: “¿Por qué?”, sin enojarse...

sólo dando gracias y sin preocuparse, así

obtendremos la respuesta: Dios está en todas partes

y aún más cerca, detrás, sí, ¡de esa puerta!