Postrada sobre el lecho agonizante,
tras grave enfermedad que la devora,
contemplando la que es su última aurora
aprieta la mano de su amante.
No aparta de sus ojos la mirada
en un intento en la hora culminante
de llevarse en el postrer instante
la visión a su última morada.
Con palabras apenas perceptibles
le formula un último deseo:
dar con él el último paseo
por sendas del amor, ya inaccesibles.
Le pide copular por vez postrera,
y mientras en sus brazos recogida
sentir como se va yendo la vida
y morir unida a él de tal manera.
La extraña petición coge al amado
viéndola fenecer, sobrecogido;
por el amor que se le va, afligido;
impotente ante el fin, desesperado.
Cercana ya la hora del desenlace,
observando a su amante vacilante
le lanza una mirada suplicante
sin fuerzas ya en el lecho en el que yace.
Dispuesto a complacerla en su deseo,
se introduce en el lecho con su amada
intenta la cópula esperada
pero ha de desistir en su escarceo,
imposible iniciarla tan siquiera.
Empañados de lágrimas los ojos,
su corazón, de amor, hecho despojos.
Inminente el final, queda a la espera.
Ruega a Dios le perdone sus agravios,
y llegado al fin el postrer instante,
pone su boca en la del amante
y expira con un beso entre los labios
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