Estaba muerto,
literalmente muerto,
y una palabra de su boca,
una sola palabra,
hizo click
y vino a salvarme.
Cansado yo de muertes y de click\'s
quise aferrarme a sus huesos
como un naúfrago a la deriva
al clamor de su bálsamo.
Estaba yo y los cuatro caminos cardinales,
intactos,
anhelos echados al mar abierto
y sus ojos negros como en un sueño
a un horizonte distante.
En ese contexto
la palabra va delante
como un beso no esperado
que retumba en las grises paredes como un eco
al pulso de una soledad abismal
que fracasa y perece
en ambos corazones.
Siempre en la medida de la incertidumbre
entendí que ella se llama lejos
y que de la rutina como de la muerte
jamás se vuelve.