Tú ¡oh mi señor! que a tu imagen me creaste,
que en la cuna disfruté de tu presencia
no permitas que abusando de tu ausencia
en las aguas procelosas me devaste.
Que de niño protegiste mi inocencia
y evitaste que de jóven despeñara
consiguiendo que un futuro me labrara
trocando la sinrazón por la consciencia.
Tú, señor, que fabricaste el universo,
tan distinto, variopinto y tan diverso
que de paso diseñaste mi camino.
Hoy de nuevo a ti recurro, ser divino,
me desveles yo te pido en estos versos
si el futuro que me espera será adverso.
Y aunque fuera paticorto mi destino
ten piedad, aquí te implora este converso
haz que muela un poco más este molino.