Nos miramos fijamente,
no hicieron falta palabras,
el mirarte era elocuente.
Pude sentir tu sentir,
tus inquietudes sufrí,
tus temores comprendí,
tu pensamiento entendí.
Buceé en mirar profundo,
admiré tu sacro ser,
respetando tu querer.
Contemplé tu hermoso mundo.
Tomé tu alma tiernamente,
la abracé, era blanca y pura,
besé tu grácil figura,
te poseí ardientemente.
Eterno fue ese momento,
sin reservas me entregué,
a tu amor me consagré,
fuimos libres como el viento.