Pasan apurados,
y nadie se mira,
a las oficinas,
van a trabajar.
El ruido ensordece,
de los colectivos,
que tocan bocina,
para transitar.
Así la jornada,
con furia amanece,
mujeres y niños,
corren por igual.
No hay un segundo,
de pausa y espera,
desfilan nerviosos,
en su trajinar.
La noche se acerca,
las luces se prenden,
todos apresuran,
el paso al andar.
Llegar a sus casas,
cansados y hastíos,
buscando descanso,
en la paz del hogar.
La ciudad se apaga,
es la madrugada,
faltará muy poco,
para comenzar,
otro nuevo día,
que nadie se mira,
fueron devorados,
por la gran ciudad.
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