Un millón de rosas
me jugaría por acariciar tu pelo,
aprender su idioma
de mármol, seda y terciopelo,
y contarle a tu piel lo que siento.
Un millón de lunas
convencido de que ninguna brilla
como un pedacito
del millón de mundos de cristal
que proyecta tu forma de mirar.
El millón de pasos
andados para atrás y sin mirar
que discurren entre
mi hogar de un cuarto de piso y medio
y el tuyo allá por el séptimo cielo.
Un millón de rosas
de un millón de pétalos,
para demostrarte
que en esta vida no hay tiempo
para darte un millón de besos.
Aunque eso significara
morir en el intento.