... A la octava línea, debemos llegar a la octava línea.
-¿Podremos lograrlo?
Debemos confiar en que lo haremos.
-¿Confiar? ¿Confiar en qué o quién?
No lo has notado. Has venido en guerra
sin saber por qué.
- ¿No buscamos la paz?
No violentes tu mente con la idea de paz.
-¿Qué buscamos entonces?
No lo sé, pero no precisamente la paz.
-¿Y quién nos ha involucrado en esta guerra?
Nadie, nosotros somos guerra.
-¿Qué ganamos con todo esto?
No se sabe, tal vez sólo regresar a casa.
Aunque se gane en batalla
nunca se sabe quién gana en la guerra.
- ¿Entonces para qué llegar a la octava línea?
No creo que quieras luchar
para regresar a casa siendo siempre un peón.
Por eso debes luchar por llegar a la octava línea.
Siempre, detrás del horizonte aguarda
una nueva aventura.
- ¿Y si no quiero regresar?
Uno siempre regresa a casa
o a la tierra, o al cajón.
No hay pieza o Dios que se salve,
todos, algún día, abandonamos el tablero.
Así que haz tu mejor movimiento…