Camino en medio del bullicio y el desenfreno de la gran ciudad.
Mis pasos pasan desapercibidos en medio de tanto caos.
Gente que viene y que va, cada uno en su mundo, en sus preocupaciones, en sus luchas, en sus deberes, en sus quehaceres….justamente, como debe ser.
Sin darme cuenta y sobre todo, sin querer, comienzo a acelerar mi paso, a dejar mi paz interior y me siento sumergido en el caos capitalino.
Hasta doy fastidio si mi paso no es ligero, si el afán no me acompaña. Me guardan cual “bicho raro”.
La amabilidad y la cortesía se pierden en este infierno salvaje. Ambas consideradas, ya no virtudes, sino debilidades, en un mundo donde priva el egoísmo, la competencia, la superficialidad, el aprovecharse, la lucha del más fuerte, los cánones de belleza precisos.
Rostros cansados, tristes, desesperados, mal humorados deambulan en el tram tram cotidiano.
Me pregunto: ¿Esto es vivir? ¿Es realmente necesario todo esto? ¿Qué sentido tienetanto afán? Lo peor de todo, es que sin darte cuenta, como refería anteriormente, vas entrando en esta marea contaminada que va minando tus valores y te conviertes en uno más del montón, en un animal salvaje que tiene que sobrevivir, sin importarle el costo de ello, sí, todo se convierte en un sobrevivir, no en un vivir.
Me petrificó el alma, al ver por las noticias, aquel Tal que ve caer a un Cual en los rieles de la metropolitana. El tren se acerca. En ves de darle una mano, toma su celular y comienza a filmar el desespero de esta criatura por subir al andén, por salvarse, hasta que el tren le arranca la vida. El video después lo cuelgan por Internet. Al preguntarle a este sujeto, por qué no lo había ayudado, respondió: me di cuenta que era imposible darle una mano, así que aproveché para filmar el momento….
No podía dar crédito a lo que veía y oía ¿hacia donde estamos yendo? ¿en qué nos estamos convirtiendo? ¿cuál será el desenlace de toda esta situación?
El silencio me envuelve. El dolor se hace presente. La pregunta fundamental: ¿Qué puedo hacer yo? Me respondo: no dejarme arrastras por esta corriente malvada que arranca de cuajo lo bueno que aún existe en la humanidad. Luchar en mi pequeño mundo por ser realmente humano, sabiendo con certeza, de que existen otros tantos como yo y que no todo está perdido.