Que picarón y depravado
es ese artefacto sagrado,
que en nuestras casas colgamos,
para que se burle de nosotros
cuando ante él nos miramos.
Como espejo es nombrado
y en el baño esta su trono,
por eso cada mañana ante él
sin pudor nos presentamos,
y le rendimos pleitesía,
al admirar nuestra belleza
gracias a su cortesía
En él nos hemos mirado desde
nuestra más tierna infancia,
gracias a las monerías
que su superficie reflejaba,
y con las que nuestros padres
orgullosos nos miraban.
El fue nuestro amigo más fiel
y el confidente perfecto,
ese que a nuestro lado tuvimos
en los peores momentos,
contándonos la verdad sobre
nuestros innumerables defectos,
para intentar con su ayuda disimular
las arrugas e imperfecciones,
que sobre nuestro cuerpo
estaba dejando como visibles huellas,
el inexorable tiempo.
Pero el espejo nunca ha sido milagrero,
su misión es reflejar
una imagen que es real,
de eso que frente a él como
estatua posando esta,
y todo lo demás nunca cuenta,
su reflejo es solo ese sueño
de lo que cada uno sin ser, aparenta.
Joanmoypra