Ligera como una pluma tú voluntad se desvanece por el suave papel, como borrón de tinta en el absorbente serrín.
El cielo se oscurece ante tanta belleza.
Anochece mientras la rosa florece y su frescor se entremezcla con el aroma del mar, sus pequeñas espinas rasgan la espalda de aquellos que con ironía en el papiro escribían aquellos embustes que en tu alma dolían.
La pluma resentida se despunta amiga mía sin poder traducir tanta mentira.
El sol asoma entre nubarrones negros, y con fuerza somete su calor a esa rosa que se enorgullece de nacer de la frágil voluntad, de aquella que la espalda nunca dio a la verdad y la amistad.