Murialdo Chicaiza

MIENTRAS MI GUITARRA SOLLOZA

La tarde se va como el silencio que fluye

hacia la nada que suena a misterio y rosas.

La tarde es una vieja que hila su traje de penumbras

mientras intento atrapar  esta ternura tan grácil

que rasga una guitarra lejana

taciturna de ritmos, quimérica de otoños.

Veo un mar gris a la distancia, transparente

lleno de aves de tul en luto.

No me convenzo que nada soy

estoy agarrado de misterios y maderos

que arrojo al fuego antes de que me salven.

Y es tu amor, que me revive, este amor

tan música, tan milagro y melancolía.

Y me siento como un perdido en medio

de una catedral sin dioses, tan real.

Y viene tu recuerdo, tan presente, constante

sabedor de que no me encuentro.

Cierro los ojos y te formo con la nostalgia:

Nunca te fuiste, no necesito que vuelvas.