Fuimos variables de una ecuación
y en una operación de suma,
despejando miedos y dudas,
ya somos una variable, no dos.
Tu mirada surtió efecto,
tu voz agitó mis sentidos,
y supe que al sentir tus latidos
que el amor nos encuadró perfecto.
El roce de tus cálidas manos
fue la chispa de ignición,
y quedé preso de amor
con el simple roce de tus labios.
Toda tú con tu presencia
hizo realidad mi enamoramiento,
me hizo sentir lo que ahora siento
que es amarte con vehemencia.
Tu cuerpo entero, tu alma plena
es justo lo que necesitaba…
Tu amor es la ecuación despejada
de amorosa y matemática manera.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela