No se que escribir, no se que decir quiero invertir este momento, quiero regresar el tiempo, quiero detener el amor y que nunca toque mi cuerpo, quiero detener las primeras palabras que escribió mi alma incompleta en aquella oscura libreta, quiero detener el día en que me atreví a llamarme “poeta” que trajo cascadas repletas de arcadas en maletas y lagrimas que se convirtieron en letras que me mojan, me torturan y ciegan.
Alabado sea mi lápiz, alabado sea el papel de mis cuadernos, los primeros, los inocentes, los quemados, los que mojados fueron muro contra los embistes de despistes vacios que fueron solo míos, benditas sean esas vírgenes paginas blancas que soportaron con calma los constantes vómitos de mi alma, las constantes letras oscuras, los amo, amo esas páginas que estuvieron ahí para desahogarme para destaparme, a esas hojas que me soportaron tanto tiempo que fueron recipiente para cada sentimiento en el efímero que comenzó mi alma ese día devastada por leer cartas vacías de quien decía que me haría compañía.
Con el tiempo me falto el aliento pero en mi mano no me falto el lápiz que por horas me hizo realmente feliz, el fue el instrumento que se conecto con mi alma, lo amo fuiste tu que permitiste expresar todas esas palabras atoradas en mi garganta y me rasgaban hasta sacar mi sangre, nada fue más terriblemente épico que las últimas palabras que escribiste, no por lo que significaban si no por lo que simbolizaba.
Les agradezco todo, de algún modo marcaron en mi libreta el nacimiento de una meta para un alma que quiere llamarse poeta.