Las tempestades, que arrecian a nuestras vidas
y nos llevan, al mismo borde del dolor
como rayos, que te caen al rededor
en las horas mas aciagas, horas perdidas...
En la lucha desesperante, por la calma
por la paz, por la esperanza, por el consuelo
que nos redima y nos levante desde el suelo
que nos abrigue, nos mitigue nuestra alma...
Y no hay consuelo, no hay esperanza, ni paz
tan solo el amargo sabor del desconsuelo
que son causados por el llanto y el desvelo
que te consumen, como cruel ave rapaz...
tan solo quedan en el alma, cicatrices
que se han formado por el dolor que vivimos
porque tarde, es que nosotros descubrimos
que en esta vida, solo somos aprendices...
CAZA
12/11/2014