Camino por las calles que procurábamos pasar cada noche tomados de la mano. Esta noche sin tus brazos, deambulando, ha llegado a mí el aroma de tu perfume cotidiano, del aroma a humo, a cenizas, a tabaco, huele a ti...
Al aroma que sobresale cuando acostumbras a postrar tus dedos para introducir entre tus labios suaves el sabor letal con el que tu piel roza la mía, huele a ti, al interior de tu cuerpo, al aroma de tu sexo, de tus piernas, al amor que sólo tú sabes hacer.
He tomado un cigarrillo sabor a menta, de aquellos que no te gustan, pero que a pesar de eso fumas del alma mía cuando comparto contigo la confianza que deposito en ti; y exhalas el humo del querer mismo de amarme.
Esta noche he postrado mi mente a la merced sólo de ti y para ti, porque en esta noche no importan los minutos, los segundo, el tiempo no existe porque estás incrustado en lo más profundo de mi alma, incrustado como la raíz del árbol verde manzana que jamás marchita.
Huele a ti... a mi corazón enamorado.