Oscar Perez

Solo para desvelados

Solo para desvelados

 

Para el que cuelga de la cuerda floja,

para el que tiene por futuro un hilo,

para el que llora, para los que aflojan,

para el que sólo piensa en darse un tiro,

por los payasos que se quedan tristes,

para los tristes que se quedan solos,

para los solos que no saben chistes,

para los chistes que no encuentran coro,

para los pasos que ya nunca diste

para los cielos en que el sol se ha ido,

para las noches que no tienen sueños,

para los gritos que no hayan oído,

para las horas de tus decepciones,

para los días que llenó el olvido,

y meses y años sin otros balcones

que un horizonte sin mayor sentido,

para el instante en que todo abandones,

para el segundo en que te ves perdido

y eternamente vas sin ilusiones

y en minuto ves romperse el nido,

para los niños que se vuelven viejos,

para aquel hombres que olvida ser niño,

para los puños que rompen espejos,

para el que quiso y no encontró cariño,

para el que cree que no pasa nada,

para el que sabe que eso es efectivo,

para el que pierde el rumbo y la mirada,

para el que así aún no pierde el ruido

y sueña y ama y, esperando nada,

lo espera todo, todo lo ha pedido,

y así se entrega, ya de madrugada,

ya a media tarde, ya casi dormido,

y se despierta y son las cuatro a eme,

y se descubre solo y aturdido,

con el reloj de la memoria en llamas,

con el carcaj sin flechas de Cupido

y un negro manto sobre tantas camas

en que sin sueños penetró y se ha hundido,

para el que sabe apenas dónde está su casa,

una esfera verde, dice, alguien la ha escondido,

alguien la llenó de callejones,

alguien quiere que se vuelva aullido,

para todos los que vagan sin más calma

que el pie que ya adelantan al abismo,

que el golpe al dar de lleno en el cemento

con la cabeza abierta en el crujido

y tanta sangre que ya cubre el mundo,

tanto dolor que el hombre ha padecido,

sin comprender, sin descubrir en nada

la ruta hacia el mejor de los caminos,

para el que sufre, para el que condecora

su tristeza con lágrimas de aliño,

con los brazos abiertos por si vuelven

la risa, la esperanza, los caídos,

para todo el que nace en esta noche

luego de encontrarse con sí mismo

y sabe que el lugar que nos espera

no es otro que luchar y dar el grito,

gritar que las mañanas nos merecen,

que merecemos hasta el sol desconocido

y que no hay más que hacer que levantarse,

tan simple como en pie vivir reunidos,

en tantas soledades que no basten

como para frenar el nuevo río

de risas, de canciones, de batallas

que nos han de llevar al mar más limpio.

Para todo el que llega, una manzana,

hay mucho que marchar, y a resurgir te invito.

 

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