Somos adeptos al placer, no somos amantes.
Dime ¿cómo podemos ser amantes de algo que lo consume todo?
El placer que corre por tus venas y las mías,
Que nos quema,
Nos inunda
Y nos embarga.
Ese agridulce placer por el que nos dejamos consumir cada momento
Y nos arriesgamos a lanzarnos a las entrañas del averno.
Ya nos hemos desvestimos de la moral, de la ética y de los viejos vicios
Todo es placer, deseo, goce, libertad, libertinaje.
Es una veta que recorre nuestros cuerpos, los enciende, los apaga, los desgasta,
los aliena, los hace fenecer, los resucita…
Es una mecha de dinamita que explota y nos manda volar,
Nos deja sucios, desahuciados y mundanos,
Repugnamos entonces a nosotros mismos
Pero siempre volvemos a él
Él nos alimenta, nos llena, nos hace humanos
Él nos deja exangües en rito más suculento de la vida.