kavanarudén

Escribe, escribe poeta

 

 

 

Casi puntuales comenzaron la reunión.

 

Todos en el amplio salón del llamado: “cenato accademico”.

 

A cierto punto, comenzó a mirar las hojas de los árboles, a través de la ventana. Colores propios del otoño: amarillos, naranjas, rojos y verde pálido. La brisa poco a poco las movía y se despegaban lentamente. Tenía la impresión de poder oír cada hoja que se desprendía y el rumor que hacían mientras caían suavemente entre en ruido de la ciudad y sus pasantes.

 

Su pensamiento se perdió a través de aquella ventana.

 

Su cuerpo estaba en medio de aquella reunión importante, para discutir tesis de licencias, doctorados, actividades académicas varias, todo lo que conlleva la vida universitaria.

Perdido entre sus pensamientos, en el observar detenidamente, no lo que sucedía a su alredor, sino a través de aquella ventana.

La sensación de estar en el lugar equivocado le invadió. La pregunta que le revolotea desde hace algún tiempo en su mente: ¿Qué hago aquí? Este no es mi mundo….

 

Siente como, lentamente, se apaga un ideal dentro de su ser. Como poco a poco esa llama, que por muchos años iluminó sus pasos, se está extinguiendo, dando paso a otra llama que cada vez cobra más vida dentro de su ser sensible.

 

Decisión tomada en su interno que le produce una paz y tranquilidad interior, pero a la vez el temor de todo lo que desencadenará.

Muchos le tildarán de loco, tantos no entenderán su decisión, otros le darán la espalda, quizá comenzando por su propia familia, pocos sabrán entenderle y apoyarle. Al final lo que está en juego es su vida o al menos lo que resta por vivir, ya pisando los cincuenta. ¿Crisis de sentido de la vida o de media edad? Está consciente, de los sentimientos internos que le hacen sentir como un ave exótica, dentro de una jaula de oro. Quisiera escapar volando a través de aquella ventana. Sabe perfectamente que se debe preparar para las oleadas fuertes de la transformación, del cambio.

 

Ahora, sentado en su habitación, bajo una tenue luz y escuchando a Ludovico Einaudi (su compositor italiano favorito), escribe y escribe.

 

La escritura se ha convertido en su tabla de salvación, en ese río donde poder canalizar, encausar, su caudal de pasiones, de sentimientos, de emociones, de frustraciones, de su amor lejano, de fantasías y sueños…

 

Afuera se escucha la lluvia en su lento caer, mientras la noche, esa su adorada noche, se hace presente cubriendo todo con su oscuro manto.

Escribe y escribe… sus dedos danzan, se entrecruzan, entre el teclado dando vida a poemas, cuentos, versos, prosas...

Piensa en su amor lejano y la falta que le hace a su lado.

 

Escribe, escribe, poeta, ahoga en medio de un mar de letras, tus dolores de parto.

 

Escribe, escribe poeta, convierte en poesía, en prosa, en sonetos, sextetos tu andar sereno, tus lágrimas amargas, tu soledad cortante, tu caminar errante…

 

Escribe, escribe amigo poeta, convierte en saeta, tu inspiración constante, tu corazón de puro amante, tu incansable vivir, que tu musa te acompañará en tu continuo escribir.

 

Escribe, escribe amigo poeta errante.