No sé si son tus ojos
lejanos como un astro
que profanan la flor ensombrecida de la noche,
o es el aire salado que besa mis mejillas
el que me trae el sabor de tu piel a los sentidos
y me envuelve en su salmo trágico
acostumbrado.
No sé por qué razón duelen más los amores
cuando atardece el alma
cuando el fuego en los huesos
consume las ultimas perlas rojas
y el viento que disipa el humo
que dio origen a la alta hoguera,
quiebra la lagrima y la alza en un soneto agrio.
¡Ah que soledad tan indecible!
Hay un silencio denso que me oprime los labios
y este amor en las venas que lastima,
la noche que invita a lejanías
como un barco cubierto de cenizas.
El fantasma de mis pájaros
trae la voz cansada
de quien ya no espera nada
y aborda el ultimo vagón
que se pierde en las penumbras.
Tal vez mi poema y esta vieja sangre
te alcance en algún portal ajeno
y te entregue las llaves de todas mis puertas,
el secreto de todos mis caminos.
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Alejandrina