Vengo del mar oscuro, compañero,
y allí sólo los necios,
-sólo yo-,
podíamos prever que era posible vivir alimentándonos
de manzanas mordidas.
¡Pero mira que es amplia la lista de ignorantes que han cosido sus bocas
y aún ensayan blasfemias y se alivian
haciendo crucigramas y castillos de naipes,
mira que hemos matado agoreros y alquimistas y aún nos quedan
profetas maniáticos y gurúes hambrientos!
Vengo del mar oscuro,
soy
el marinero loco que cada noche enciende
las velas de San Telmo,
soy el que guarda el sueño de las muchachas tristes,
soy el hada madrina que custodia a las ninfas
y el vino sin aguar de Polifemo,
a mí
me trajo Ulises al mar y me vendió por imbécil a las traficantes de armas,
pero éstos se olvidaron de poner Ballantine’s en mi copa
y aquí estoy, rebañando el azúcar de las tazas vacías
sin llegar a ser lluvia
ni pantano
ni eclipse,
sólo un viejo marino al que le huelen a tristeza las manos,
sólo un pobre ignorante de palabras bilingües
y manzanas mordidas.