Besos equiláteros
de justa dimensión
sin óxido ni sulfatos
que dañen su dulzor.
Besos de experimento
con altas temperaturas
sin entrar en excesos
y sin perder la ternura.
Besos con homeóstasis
sin necrosis alguna,
con el divino éxtasis
que no se satura.
Besos magnéticos
con su campo activo
de accionar ecléctico
para quedar cautivo.
Son besos extraños
de inusitados roces,
esos que nos damos
y nadie conoce.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela