Un brinicle de hielo en tu mirar,
es solo fuego de azul frenesí,
que un gélido día hubo provocar,
que yo ardiera en un sueño por tii,
la frialdad que había en las palabras
que tu ígnea voz hubo de pronunciar,
cubrió con aire matacacabras
el volcán de pasión por estallar,
la escarcha que hay en tu glacial gesto
convertirá en rescoldo las brazas
aunque aterida no quieras esto;
cuando por ascuas ardiendo pasas
ni siquiera un icerbeg errante
puede apagar el fulgor del amor
el cual, como un alud arrogante
nace del incinerante calor,
de tu calcinante caduceo
tu desdén es solo un carámbano
el cual derrito al tomar tu mano
y convierto en braza de deseo.