En una fría sala de hospital,
un niño clamaba por piedad.
Oh! Esto no puede ser natural!
¿Por qué sufren los que piden la verdad?
En años venideros
el odio no cesará;
abundarán los prisioneros
y sin más! de mi gente ¿Qué será?
Un fuego en mí arde con fervor,
es la voluntad lo que me rige.
dígame! ¿qué es justicia, gran Señor?
Sanará lo que tanto me aflige.
Que me diga lo que es la libertad.
Puede darme amor, dinero o fama,
pero yo sé, que nunca me dará la verdad.
Oh! Este pesar que mis lagrimas derrama.
Ay, qué dolor! Dígame... Dígame, gran Dictador!
¿por qué los buenos sufren y los malos no?
¿por qué morir por temor y no por valor?
¿por qué vivir de lo que nunca jamás existió?