Por un camino recto y simple llegarías a mí. Te lo demostré. Lo detalle. Te dejé el mapa bordado de deseos y bienvenidas. Entraste. Recorrimos laberintos perfectos, encontrándonos en cada bifurcación para luego perdernos lúdicamente y volver a hallarnos. Saliste. Esperé tu regreso. Frustrada no te ubiqué con el croquis de tu sendero. Insistí, me perdí en desaciertos. Y al tiempo llegué a tu pórtico clausurado porque ya estabas colmado…