Qué confusión altiva, pudo haber en tus ojos
(que ya no me recuerdas)
Pero yo no te olvido…
Qué confusión en aquél lugar oscuro
tú sentada a mi lado
¡desnuda!
Y en plenilunio la noche entró en mi mano
calentando tu vientre
-qué confusión entonces-
De perderme en tu boca
con un minuto simple asfixiarme un momento
no dejar de besarte
no dejar ya tus labios
confundiendo en aquel instante
mi mano con tu sexo.
Qué confusión te digo:
que olvidé ya tu nombre.