Inmersa en la tibia niebla me siento en mi propio cosmos. Podría estar en La Grulla o en la Cabellera de Berenice, en Urano o Neptuno. No es la Soledad Eterna, hoy es una Soledad Elegida. Corro sin ver, expectante, conmovida. Nunca había llegado tan lejos...
Aparecés. Me tomás de la mano, intentando emanciparme. Gratifico tu empeño en redimirme de la bruma velada, pero estoy aquí por preferencia. Me insinúas una vida terrenal de colores fuertes. Y yo ansío una existencia grácil, completamente ligera. Pero voy con vos...
Te domesticaré, te adiestraré en planeos para surcar crepúsculos. Sería la redención de volar juntos. Y nuestro néctar se esparciría más lentamente.