La mujer puede tanto
que hace pecar a un santo
(refranero)
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Yo novelo hoy sobre ti,
mi ignota señorita,
esbelta y tan bonita
y a la que nunca ví.
Te imagino risueña,
de labios carmesí,
de mirada pastueña,
no sé si alta o pequeña
mas sé que ya mi dueña
yo al soñar te creí.
El mundo paró aquí,
ya no tiene sentido
pues todo lo vivido
no existe para mí.
Te veo enamorada,
simpática, graciosa,
una flor, una rosa,
alegre y sonrosada,
mimosa y cariñosa,
mi delirio, mi hada,
una niña, monada,
grácil y primorosa
¡pon también glamourosa
que no te cuesta nada!
ingenua, revoltosa,
la risa en la mañana,
la diosa de mis sueños,
de cabellos trigueños,
de suspiros princesa
de la boca de fresa
¿también inteligente?
¡por favor, evidente!
¿Dónde está esa muñeca,
quisiera conocer,
ardo en ascuas por ver
si es real o una mueca?
¡Pobre ingenuo, infeliz,
baja ya de tus nubes!
Me sincero y no dudes,
que esa mujer no existe.
No llores, no estés triste,
pues todo aquí un ardid
fue, una idea, una treta
que sublimada está
¡en la mente sólo ha
febril de este poeta!