Martes
como las tardes de mayo que despiertan
un veintitrés de septiembre,
y olvidan lo que dejó el invierno
sobre sus cuerpos trigados de una tristeza como la miel.
Ella tiene los cabellos eternos como la noche como si la hubiesen deshilado sobre sus silencios.
los vientos del sur galopan sobre las figuras inmortales de sus ojos
y una profundidad se descuelga de sus manos
cuando las campañas rompen en el viento su triste rostro apático.
Ana. Tiene los ojos que navegan como perlas
en las profundas hélices al doblar el vuelo
y trae en los labios dos inocentes niñas que duermen como dos hiriente manzanas
al gestar las noches sobre un mar tejido de peces oscuros
¡así me quiebran los días cuando la pienso!
Su mirada es un angosto camino por el bosque
como el que lleva a las uvas
como el que trae los trigos
tiene una sonrisa de luna
Aplacadora
inmortal
y
divina
su boca es un rio de estrellas
cuando canta.
su piel es como los pétalos de rosa cuando deshoja la tarde sus miradas poéticas
así se agitan los aromas dulces de Ana.
Ella trae en los labios dos frutos frescos en las mañanas.