La pelota iba
dando rebotes,
un conductor se descuida
y en acto homicida
no frena su coche.
Golpear lo que rebota,
pensó, no es delito,
y solo escuchó un grito
por su pensar idiota
y su fatal descuido,
pues detrás de la pelota
venía el niño.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela