El asunto está en llegar,
no importa tanto la meta,
el premio es la satisfacción
de haber estado en carrera.
José no estaba enterado
ni tenía menor idea,
pero su primo le hizo
que “con todo” se metiera.
Fueron largas noches blancas,
“sudar por la camiseta”,
pero el asunto le hacía
cosquillas hasta en la médula.
El mate era el protagonista,
no tenía que estar hervido,
¡y por supuesto que el humo
ritual de los cigarrillos!
También era lindo las chicas
que venían a cada rato
a preguntar “como iba”...
y paseaban por el patio...
¡Lindas las minifaldas
y esos shores bien cortitos...!
a José le parecía
¡estar en el Paraíso!
Así conoció a Camila,
rubia y con muchas pequitas,
que “la tenía” con él
y se convirtió en su chica.
¡Nunca lo va a olvidar!
cuando probaron el auto,
y se fueron a la ruta
los dos solitos... ¡qué pucha!
Ella lo comenzó a tocar
como nunca lo habían hecho,
y le llevaba sus manos
a que acaricien sus pechos...
Lo demás se lo imaginan,
ella lo hizo varón...
(además falsearon todo
el cierre del pantalón).
De pronto llegó el gran día,
¡reventaban de emoción!,
la competencia debía
consagrar algún campeón.
El rugido de las máquinas,
la algarabía, los gritos,
los termos con el café,
el mapa, los bizcochitos...
¡Y se largó la carrera!,
¡allá van José y su primo!,
¡ya se armó la polvareda!,
¡los autos salen cual tiro!
A la noche... y después
que todo esto terminara,
Don Juan le pidió a su esposa
que con él filosofara...
Y hablaron de la vida...
desplegaron la memoria
del zigzag que se le hacía
fuera de quicio, esta historia.